Según el pensador austriaco, el caracol construye su casa añadiendo espiras cada vez más amplias. Luego cesa bruscamente pues una sola espira más le daría una dimensión
dieciséis veces mayor.
Esto lo sobrecargaría en vez de contribuir a su bienestar. A partir de allí cualquier aumento de su productividad sería para paliar las dificultades creadas por la
ampliación.
Mientras los problemas del sobrecrecimiento seguiría una progresión geométrica, su capacidad biológica respondería aritméticamente volviendo su empresa imposible.